lunes, 14 de noviembre de 2011

-

Abrázame. Besáme. Acaríciame. Llamame princesa. Dime que me quieres, y hazme el amor. Siénteme. Y quédate. Porfavor, quédate. Y dejame soñar. Para tenerte conmigo. Siempre. Juntos. Solos. Los dos. Un tú y un yo. Nada más. Nadie más. Y que el mundo quede fuera. Y nosotros dentro. Muy dentro. Y sonreír así, através de tu sonrísa.

#

¿Sabes? ya no me haces sentir nada. Y sí, ya puedo decirlo sin derramar ninguna lágrima más por ti. Ya no te quiero. Ya no me duele que te beses con otra. Pero lo que sí tengo claro que es que te has quedado con una gran parte de mi. Es más, todavía tengo miedo, miedo a que te enpeñes es volver a joder las cosas, miedo a que me llames y me digas que me quieres, miedo a que me vuelvas a dedicar una de tus sonrísas, miedo a que no te des por vencido y decidas luchar por algo que está casi muerto.
Y cualquiera diría, ¿como se puede tener miedo a que él lo vuelva a intentar?. Pues, verás, tengo miedo por una sencilla razón; sufrir. Y es que en mi opinión no hay nada como sufrir por amor. Te sientes rota por dentro. Vacía. Como si te hubieran desgarrado el pecho.
Pero ya está, voy a ser feliz, y aunque te moleste o te duela pienso enamorarme. Y pienso hacerlo sin pedir permiso a nadie, y sin pensar que será lo mejor o lo peor. Sí, pienso dejarme llevar.